Mendel el de los libros - Stefan Zweig



¿Para qué vivimos, si el viento tras nuestros zapatos se está llevando nuestras últimas huellas?



Zweig, Stefan. Mendel el de los libros
Barcelona:  Acantilado Quaderns Crema, 2009

Buchmendel. Traducció de Berta Vias
Col·lecció Cuadernos del Acantilado, 33 i



è Què en diu la contraportada...
Escrito en 1929, Mendel el de los libros narra la trágica historia de un excéntrico librero de viejo que pasa sus días sentado siempre a la misma mesa en uno de los muchos cafés de la ciudad de Viena. Con su memoria enciclopédica, el inmigrante judío ruso no sólo es tolerado, sino querido y admirado por el dueño del café Gluck y por la culta clientela que requiere sus servicios. Sin embargo, en 1915 Jakob Mendel es enviado a un campo de concentración, acusado injustamente de colaborar con los enemigos del Imperio austrohúngaro. Un breve y brillante relato sobre la exclusión en la Europa de la primera mitad del siglo xx.

è Com comença...
De vuelta en Viena tras una visita a los barrios de la periferia, me vi inmerso de improviso en un chaparrón que, con húmedo látigo, perseguía a la gente obligándola a correr hasta los portales de las casas  otros refugios. Yo mismo busqué también, a toda velocidad, un techo que me amparara. Por fortuna, en Viena le espera a uno en cada esquina un café. De modo que huí al que se encontraba más próximo, con el sombrero que ya goteaba y los hombros empapados.

è Moments...
(Pàg. 12)
(...) leía como otros rezan, como juegan los jugadores, tal y como los borrachos, aturdidos, se quedan con la mirada perdida en el vacío. Leía con un ensimismamiento tan impresionante que desde entonces cualquier otra persona  al que yo haya visto leyendo me ha parecido siempre un profano. En Jakob Mendel, aquel pequeño librero de viejo de Galitzia, contemplé por primera vez, siendo joven, el vasto misterio de la concentración absoluta, que hace tanto al artista como al erudito, al verdadero sabio como al loco de remate, esa trágica felicidad y desgracia de la obsesión completa.

(Pàg. 23) 
En cada uno de esos toscos aglomerados formados por millones de seres que llamamos metrópolis, hay siempre, diseminadas en unos pocos puntos, alguna pequeñas facetas que en una minúscula superficie reflejan uno y el mismo universo, invisible para la mayoría, precioso tan sólo para el conocedor, para el hermano en la pasión.

(Pàg. 30) 
Gracias a él me había acercado por vez primera al enorme misterio de que todo lo que de extraordinario y más poderoso se produce en nuestra existencia se logra sólo a través de la concentración interior, a través de un monomanía sublime, sagradamente emparentada con la locura.

(Pàg. 31) 
(...) Sentí un regusto amargo en los labios. El regusto de la fugacidad. ¿Para qué vivimos, si el viento tras nuestros zapatos se está llevando nuestras últimas huellas?

(Pàg. 57)
(...) me había olvidado de Mendel el de los libros durante años. Precisamente yo, que debía saber que los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.

è Altres n'han dit...
Diari d'un llibre vellRevista de Letras, Entre montones de libros

è Enllaços:
Stefan Zweigautor de les distàncies curtesel Cafè Gluck o la metafora de transformació social, sobre el personatge de Mendelbibliofília.

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