Melmoth reconciliado y otros cuentos fantásticos - Honoré de Balzac
"La muerte es tan repentina en sus caprichos como una cortesana en sus desdenes, aunque más fiel: nunca ha engañado a nadie."
Balzac, Honoré de. Melmoth reconciliado y otros cuentos fantásticos.
Madrid: Valdemar, 1997.
Traducció de Mauro Armiño
Col·lecció El Club Diógenes, 69
⇲ Que en diu la contraportada...
Honoré de Balzac, el padre de la novela realista, no pudo resistir a la atracción de lo fantástico y en varias etapas de su vida el autor de La Comedia humana rindió tributo al género del misterio y lo sobrenatural. Bajo el título de Melmoth reconciliado -homenaje de Balzac a Ch. R. Mathurin, autor de la consagración y cumbre de la novela gótica Melmoth el errabundo- se recogen «La obra maestra desconocida», con el tema de la pintura como eje de lo fantástico; «El elixir de larga vida», una nueva versión de la historia de Don Juan y sus infiernos; «La posada roja» y «Jesucristo en Flandes», dos muestras más del Balzac visionario.
⇲ Com comença...
Hay una naturaleza de hombres que la Civilización consigue
en el Reino Social, lo mismo que los floristas crean en el Reino vegetal,
mediante la educación del invernadero, una especie híbrida que no pueden
reproducir ni por semilla ni por injerto. Ese hombre es un cajero, auténtico
producto antropomorfo, regado por las ideas religiosas, alimentado por la
guillotina, podado por el vicio, que crece en un tercer piso entre una mujer
digna de estima y unos niños latosos.
Melmoth reconciliado.
Melmoth reconciliado.
⇲ Moments...
(Pàg. 23)
La estufa duerme, embrutece y contribuye de forma singular a
volver estúpidos a porteros y empleados. Una habitación con estufa es un
colchón donde se disuelven los hombres de energía, donde se debilitan sus
resortes y donde se gasta su voluntad. Las Oficinas son la gran fábrica de las
mediocridades que los gobiernos necesitan para mantener el feudalismo del
dinero en que se apoya el actual contrato social.
Melmoth reconciliado.
(Pàg. 32)
(...) decidió salvarla del vicio en beneficio propio, movido
por una idea tan egoísta como bienhechora, como lo son algunos pensamientos de
los mejores hombres.
Melmoth reconciliado.
(Pàg. 60)
Poseedor de toda la tierra, capaz de franquearla de un
salto, la riqueza y el poder dejaron de significar algo para él. Experimentaba
esa horrible melancolía del supremo poder al que Satán y Dios no ponen remedio
sino por una actividad cuyo secreto sólo a ellos les pertenece.
Melmoth reconciliado.
(Pàg. 66)
(...) en medio de la omnipotencia de sus deseos, bastaba que
un punto de la tierra o del cielo le estuviese prohibido para que lo anhelara.
Si se permitiese comparar cosas tan grandes con las tonterías sociales, la
situación se parecía a esos banqueros que nadan en millones alos que nada se
les resiste en la sociedad, pero que, al no ser admitidos en los círculos de la
nobleza, no tienen otra idea que la de incorporarse a ella y les parecen
fruslerías todos los privilegios sociales que han conseguido desde el moemnto
en que les falta uno. Aquel hombre, más poderoso que los reyes de la tierra,
aquel hombre que, como Satán, podía luchar con el mismo Dios, apareció apoyado
contra uno de los pilares de la iglesia de Saint-Sulpice, encogido bajo el peso
de un sentimiento, y absorto en una idea de porvenir de la misma forma que
Melmoth se había abismado en ella.
Melmoth reconciliado.
(Pàg. 67)
Los goces que promete el demonio son únicamente los de la
tierra aumentados, mientras que las voluptuosidades celestes no tienen límites.
Aquel hombre creyó en Dios. La palabra que le entregaba los tesoros del mundo
dejó de existir para él, y esos tesoros le parecieron tan despreciables como lo
son los guijarros a ojos de quienes aman los diamantes; porque los veía como
quincalla en comparación con la hermosura eterna de la otra vida.
Melmoth reconciliado.
(Pàg. 69)
- (...) Éste es un mundo donde se calcula lo que valen
los reyes, donde se sopesa a las naciones, donde se juzgan los sistemas, donde
los gobiernos se miden por monedas de cien sous,
donde ideas y creencias son cifras, donde todo se descuenta, donde Dios mismo
pide préstamos y ofrece como garantía sus rentas de almas, porque el papa tiene
en ellas su cuenta corriente.
(Pàg. 71)
- (...) si yo le propusiese un negocio en el que podría
ganar todo el oro que quiera...
- No bastaría para pagar mis deudas, porque no conozco
ningún negocio que no requiera algún tiempo de cocción.
- Conozco uno que le permitirá pagarlas en un momento
–prosiguió Castanier-, pero que le obligaría a...
- ¿A qué?
- A vender su parte de paraíso. ¿No es un negocio como
cualquier otro? Todos somos accionistas en la gran empresa de la eternidad.
Melmoth reconciliado.
(Pàg. 89)
- (...) hay en la naturaleza efectos auténticos que ya no son probables en el lienzo...
- (...) hay en la naturaleza efectos auténticos que ya no son probables en el lienzo...
- La misión del arte no es copiar la naturaleza, ¡sino
expresarla! Tu no eres un vil copista, sino un poeta (...).
La obra maestra desconocida.
(Pàg. 101)
- (...) el dibujo proporciona un esqueleto, el color es
la vida, pero la vida sin esqueleto es algo más incompleto que el esqueleto sin
la vida.
La obra maestra desconocida.
(Pàg. 107)
- Mi pintura no es pintura, es un sentimiento, una
pasión. Nacida en mi taller, debe permanecer en él virgen, y sólo puede salir
vestida. Las poesías y las mujeres sólo se entregan desnudas a sus amantes.
La obra maestra desconocida.
(Pàg. 121)
La sociedad humana, que de hacer caso a ciertos filósofos camina por una vía de progreso, ¿considera como un paso hacia el bien el arte de esperar una defunción? Tal ciencia ha creado oficios honorables, y gracias a ellos se vive de la muerte.
La sociedad humana, que de hacer caso a ciertos filósofos camina por una vía de progreso, ¿considera como un paso hacia el bien el arte de esperar una defunción? Tal ciencia ha creado oficios honorables, y gracias a ellos se vive de la muerte.
El elixir de la larga vida.
(Pàg. 127)
La muerte es tan repentina en sus caprichos como una
cortesana en sus desdenes, aunque más fiel: nunca ha engañado a nadie.
El elixir de la larga vida.
(Pàg. 139)
Analizó los hombres y las cosas para acabar de una vez con
el Pasado, representado por la Historia; con el Presente, configurado por la
Ley; con el Porvenir, desvelado por las Religiones. Cogió el alma y la materia,
los metió en un crisol y no encontró nada.
El elixir de la larga vida.
(Pàg. 140)
Cuanto más vio, más dudó. Analizando a los hombres, adivinó
con frecuencia que el valor era temeridad; la prudencia, cobardía; la
generosidad, astucia; la justicia, un crimen; la delicadeza, una bobada; la
probidad, una predisposición; y, gracias a una singular fatalidad, reparó en
que las personas realmente probas, delicadas, justas, generosas, prudentes y
valerosas no alcanzaban ninguna consideración entre los hombres.
El elixir de la larga vida.
(Pàg. 144)
(...) llegaron los días de la decrepitud; con ese ángel del
dolor surgieron los gritos de la impotencia, gritos tanto más desgarradores
cuanto más ricos eran los recuerdos de su fogosa juventud y de su voluptuosa
madurez.
El elixir de la larga vida.
El elixir de la larga vida.
(Pàg. 212)
Las creaciones humanas exigen contrastes poderosos. Por eso
los artistas suelen exigir de la naturaleza sus fenómenos más brillantes,
porque han perdido la esperanza, sin duda, de traducir lo grande y hermosa
poesía de su aspecto ordinario, aunque el alma humana se conmocione tan
profundamente en la calma como en el movimiento, y tanto mediante el silencio
como mediante la tempestad.
Jesucristo en Flandes.
(Pàg. 219)
(...) Esas sencillas criaturas no se despreocupaban del pensamiento
ni de sus tesoros, pero estaban dispuestas a despeñarlos en una creencia; su fe
era tanto más robusta cuanto que nunca la habían discutido ni analizado;
naturalezas vírgenes en las que la conciencia había permanecido pura y fuerte
el sentimiento; el remordimiento, la desgracia, el amor y el trabajo habían
ejercitado, purificado, concentrado y multiplicado por diez su voluntad, lo
único que, en el hombre, se parece a eso que los sabios llaman alma.
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