¿Fue él? - Stefan Zweig



"- Mi pobre Ponto, tu tiempo ha pasado."




Zweig, Stefan. ¿Fue él?. 
Barcelona: Acantilado, 2010

War er es?. Traducció de Berta Vias
Col·lecció Cuadernos, 40  i


è Què en diu la contraportada...
En esta breve novela, Zweig nos habla de los celos con su habitual maestría: elusivo, con la virtud de la intriga irresuelta, ahonda en el dolor y el desamparo que produce el sentirnos sustituidos en los afectos de nuestras personas queridas por un tercero que, cuanto menos, tiene los mismos derechos que nosotros. La rabia y la violencia pueden conducir a una venganza que agravará, si cabe aún más, nuestra orfandad.

è Com comença... 
En lo que a mí respecta, puedo decir que estoy segura de que él fue el asesino, aunque me falta la última prueba, la irrefutable.
- Betsy -me dice siempre mi marido-, eres una mujer inteligente, eres aguda y rápida observando, pero te dejas llevar por tu temperamento y a menudo juzgas con demasiada precipitación.
Al fin y al cabo, mi marido me conoce desde hace treinta y dos años y tal vez, sí, es más que probable que tenga razón con su advertencia. De modo que debo hacer un esfuerzo y dominarme, para ocultar mi sospecha ante todos los demás pues me falta esa última prueba. Pero cada vez que me cruzo con él y viene a mi encuentro, leal y complaciente, el corazón se me para. Y una voz interior me dice: él y sólo él fue el asesino.

è Moments...
(Pàg. 16)
(...) jamás habíamos visto nosotros, gente mayor, que virtudes tan justas como la bondad, la cordialidad, la franqueza y la afectuosidad, por culpa de un estridente exceso, pudieran llevarle a uno a la desesperación.

(Pàg. 47) 
Lo que distingue el entendimiento animal del humano es que se limita exclusivamente al pasado y al presente, y no es capaz de imaginar algo futuro o de contar con ello.

(Pàg. 49)
- Mi pobre Ponto, tu tiempo ha pasado. Tendrás que acostumbrarte, como tenemos que hacerlo nosotros, a muchas cosas.

(Pàg. 51)
Escuchó, pegado a la pared, voces fuertes y bajas, gemidos y gritos, y a continuación murmullos, pasos apresurados, cómo arrastraban algunos objetos, un tintinear de vasos y de metal. Algo estaba ocurriendo allí dentro, algo que él no entendía. Pero instintivamente sintió que se trataba de aquello que iba contra él. Se trataba de aquello que era la causa de su humillación, de su privación de derechos. Era el enemigo, el enemigo invisible, infame, cobarde, vil. Y ahora estaba allí de verdad. Ahora era visible. Ahora se le podía coger y darle por fin el merecido golpe de gracia.

(Pàg. 58) 
Jamás, tanto odio concentrado en una mirada como entonces en aquellos ojos inyectados en sangre y ávidos de venganza.

è Altres n'han dit..

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