La verdadera - Saul Bellow




"(...) la eternidad descartará todo impulso humano. La eternidad hará que la existencia te dé ganas de vomitar."



Bellow, Saul. La verdadera. 
Madrid: Alfaguara, 1998

The Actual. Traducció de José Luís López





 Què en diu la contraportada...
Harry Trellman salió una temporada con Amy Wustrin, cuando ambos estaban en el instituto, y desde entonces la ama incombustiblemente. Harry Trellman conoce la lengua china. Harry Trellman tiene misteriosos negocios en el Lejano Oriente. Y la madre de Harry Trellman no quiere a Harry Trellman.
La verdadera transcurre casi por completo en un incierto día de marzo, con nieve y sol, en el Chicago que tan bien posee Saul Bellow. En ese día, el multimillonario Adletsky, que conoce y admira las cualidades de Harry Trellman, se considera en condiciones de proporcionarle la oportunidad que necesita para, finalmente, decirle a Amy lo que siente por ella. Y esa oportunidad es nada menos que la exhumación de su marido. De hecho, el traslado de éste a su nueva sepultura tiene una misteriosa virtud catártica que permite, por fin, a los protagonistas revelarse en toda la profundidad de sus sentimientos.
Éste es un libro, pues, sobre la tenacidad del primer amor, y está contado por uno de los grandes novelistas de nuestro siglo, premio Nobel de literatura, gran maestro indiscutible de las letras norteamericanas.

 Com comença...
No es difícil saber lo que la gente cree que está haciendo. Como tampoco es demasiado difícil descubrir qué es lo uqe realmente se proponen, si se usa un poco el sentido común. Los habituales repertorios de estratagemas, supercherías y chanchullos en materia de personalidad, ligados a planteamientos delictivos, están ya muy vistos.

 Moments...
(Pàg. 10)
En Chicago tenía asuntos sentimentales inconclusos. En Boston o en Baltimore habría seguido pensando, diariamente y con regularidad, en la misma mujer: lo que le hubiera  podido decir, lo que podría haberme contestado. Los objetos de amor, como da en llamarlos la psiquiatría, ni aparecen con frecuencia ni es fácil prescindir de ellos. La distancia es una pura formalidad de la que la mente, en realidad, no se entera.

(Pàg. 16) 
Un hombre súper rico. Rico más allá de las posibilidades de comprensión de la mayoría de la gente. Incluso de las mías. Con tanta pasta, pensaba yo, se puede pasar por encima de la democracia.

(Pàg. 31)
La incompetencia con que se pintaba los labios era otro rasgo suyo característico. Ahí radicaba buena parte de su fuerza: la belleza perecedera de su carne y de su sangre. Tan carnal como la forma de su trasero cuando caminaba, una mujer madura balanceando un cartapacio. Amy no andaba como una colegiala. Y tampoco hay que olvidar el problema con los zapatos. Era como si fuese siempre a contrapié. El ritmo cambiado era la más llamativa de sus características y la  que daba coherencia a todos los demás rasgos. Porque entonces te dabas cuenta de la sensualidad, desgarbada pero intensa, de todos sus movimientos y posturas. Los años transcurridos, con sus crisis y sus guerras y sus campañas presidenciales, con todas las transformaciones de la edad presente, no han logrado cambiar ni su aspecto, ni el tamaño de sus ojos, ni la brevedad de sus dientes. Prueba irrefutable, para quien quiera constatarlo, del poder de Eros.

(Pàg. 56) 
Los hombres muy viriles eran con frecuencia estúpidos, y la estupidez compartida es una fuerza importante cuando se presenta con el lenguaje de la independencia o de la emancipación. El atractivo de hombres así apunta directamente a estratos de los sentimientos femeninos situados por debajo de la inteligencia.

(Pàg. 59) 
Eran todos personas corrientes. Nunca les hubiera dado motivos para sospecharlo, pero ya era hora de reconocer que los miraba por encima del hombro. Estaban faltos de motivaciones elevadas. Era productos corrientes y molientes de nuestra democracia de masas, sin ninguna aportación destacada que hacer a la historia de la especie, satisfechos con amontonar dinero o seducir mujeres, copular, pasarlo bien en la cama como los degenerados hijos de Eros, varones pero no varoniles, y viviendo, los hombres y las mujeres por igual, de ideas trilladas, sin belleza, sin virtud, sin la menor independencia espiritual; privilegiados en cuanto a dinero y bienes de consumo, beneficiarios de la conquista de la naturaleza por el hombre, tal como la previó la Ilustración, y de los éxitos de la tecnología punta que han transformado el mundo material. Individual y personalmente, no estamos a la altura de esos logros colectivos.

(Pàg.81) 
-Nadie dispone de ocio –dije-. Jubilarse es una ilusión. No una recompensa sino una trampa. La cara insolvente del éxito. Un atajo para la muerte. Los campos de golf se parecen demasiado a los cementerios.

(Pàg. 97)
Entendía las consecuencias del primer amor. Es algo que te golpea a los diecisiete años y que, como la parálisis infantil –aunque el primer amor se localice en el corazón y no en la médula espinal-, también puede ser discapacitante.

(Pàg. 118)
Después de haber sido durante años, y de manera deliberada, un misterio para otros, me descubría ahora incapaz de decir en qué consistía el misterio o por qué habían sido alguna vez necesarios mis disimulos.

(Pàg. 135)
Mi opinión personal es que la eternidad descartará todo impulso humano. La eternidad hará que la existencia te dé ganas de vomitar.

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