Ivan Turguénev - Diario de un hombre superfluo




"Ya que hay que morir, que sea en primavera."







Turguenev, Iván. Diario de un hombre superfluo. 
Madrid: Nórdica libros, 2016


Dnevnik líshnego cheloveka. Traducció de Marta Sánchez-Nieves.
Il·lustracions Juan Berrio
Col.lecció Ilustrados
 


 Què en diu la contraportada...
Poco antes de morir, Chulkaturin decide iniciar un diario con el que se despedirá de este mundo. No sabe qué puede contar, pues se considera, simplemente, un hombre superfluo, prescindible por completo. Su infancia fue normal y no ha hecho nada reseñable en toda su vida. Tampoco se ha preocupado por sus relaciones con los demás. Ni siquiera cuando conoció a Yelizaveta...
El concepto de hombre superfluo, como hombre inteligente, sensible e idealista pero nihilista e indeciso, se hizo popular gracias a la publicación de esta obra de Iván Turguénev en 1850. Este es un personaje tipo en la literatura rusa del siglo XIX y su recurrente presencia en poemas, novelas y teatro acabó convirtiéndolo en un arquetipo nacional.
Juan Berrio ha ilustrado magníficamente este clásico inolvidable.

 Com comença...
Aldea de Ovechi Vody, 20 de marzo de 18..

El médico acaba de irse. ¡Al fin lo he conseguido! Por más astucias que haya intentado, al final no le ha quedado más que expresar su opinión. Sí, moriré pronto, muy pronto.

 Moments...
(Pàg. 7)
Ya que hay que morir, que sea en primavera. Aunque puede que sea ridículo empezar un diario dos semanas antes de morir, ¿no?.

(Pàg. 19)
Mientas el hombre vive, no percibe su propia vida; esta, como un sonido, se vuelve clara varios años después.

(Pàg. 21) 
Las efusiones sentimentales son como el regaliz: al principio lo chupas y parece que no está mal, pero después se queda un sabor desagradable en la boca.

(Pàg. 22) 
Mi vida no se diferencia en nada de la vida de otra mucha gente. La casa paterna, la universidad, el servicio en los grados bajos del escalafón, el cese, un pequeño círculo de conocidos, pobreza sencilla, placeres modestos, ocupaciones humildes, deseos moderados, tengan la bondad de decirme si hay alguien que no conozca nada de esto.

(Pàg. 25) 
Superfluo, superfluo... He encontrado la palabra perfecta. Cuanto más me interno en mí mismo, cuanto más atentamente contemplo mi vida pasada, más me convezco de la dura verdad de la expresión. Superfluo, eso es. Esta palabra no se ajusta a otras personas... Hay gente mala, buena, inteligente, tonta, agradable y desagradable, pero superflua..., no. Bueno, entiéndeme, el universo también podría pasar sin esas personas, claro; pero la inutilidad no es su cualidad principal, no es lo que les distingue, y si ustedes hablan de ellos, la palabra superfluo no es la primera que les viene a la lengua. Pero yo..., de mí no se puede decir ninguna cosa: superfluo, nada más. Un excedente, eso es todo. Es evidente que la Naturaleza no contaba con mi aparición (...).

(Pàg. 38)
Un hombre feliz es como una mosca al sol.

(Pàg. 73)
No voy a describir el baile. Todo allí fue como de ordinario: músicos con tubas increíblemente desafinadas en los coros, terratenientes aturdidos con sus inveteradas familias, helados lila, horchata de almendra viscosa, gente con botas destaconadas y guantes de punto de algodón, leones provincianos de rostro febrilmente descompuesto, etcétera, etcétera.

(Pàg. 91)
Cuando los sufrimientos llegan a ese punto en que hacen chirriar y gemir a nuestro interior como si fueran una telega sobrecargada, deberían dejar de ser ridículos... ¡Pero no! La risa no solo acompaña a las lágrimas hasta el final, hasta el agotamiento, hasta la imposibilidad de seguir derramándolas, ¡no! Ella aún tintinea y resuena allí donde la lengua enmudece y la queja misma se apaga...

(Pàg. 113)
Yo quería escribir un diario y, en lugar de eso, ¿qué he hecho? He contado un único suceso de mi vida. Hable de más, los recuerdos dormidos se despertaron y me arrastraron. He escrito sin prisas, detalladamente, como si tuviera años por delante; y ahora no hay tiempo para seguir. La muerte, la muerte viene.

(Pàg. 114)
La vida se aleja, regular y tranquilamente se va apartando de mí, igual que la orilla se aleja en la mirada de los hombres de mar.

(Pàg. 115)
(...) morir es irremediable, es absurdo...

 Altres n'han dit...
Amb ènfasi, La cueva de mis libros, El Cultural, Un libro al día, La orilla de las letras, El estante, Empresa informativa, Pep Grill.

 Enllaços:
Ivan Turguénevlishni chelovek, el discurs que no arriba ni a crit, claus, arquetip literari, sobre l'adaptació gràfica, la rellevància de l'autor.

 Llegeix-lo:
Rus (html)
Anglès (htmlfacsímil 1913 Ed. William Heinemann)

Comentaris

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Entrades populars d'aquest blog

Les cròniques marcianes - Ray Bradbury

La veïna - Isabel-Clara Simó

Nosaltres - Ievgueni Zamiatin

-Uf, va dir ell - Quim Monzó

El gobelet dels daus - Max Jacob

Amore - Giorgio Manganelli